Bitácora /
Si del cielo te caen fusiles...

Fecha inválida
Óscar Martínez

Los jadeos de Domingo entrecortan sus palabras. Ni las más cortas las pronuncia sin un suspiro de por medio.

—¿Y en qué anda, Domingo? –le pregunto.
—Subiendo una cuesta aquí en un cantón perdido –me responde por el teléfono.
—¿Y eso? ¿Va a la milpa?
—No, si yo no tengo milpa. Voy a ver si me dan trabajo en una granja, de cuidar pollos.

Burlón es el destino que tiene a Domingo buscando trabajo de cuidar pollos enjaulados. Domingo lleva tres semanas sin trabajar. Lo despidieron así de la nada, de un día para otro, luego de casi 10 años de trabajar de custodio para la Dirección General de Centros Penales de El Salvador. Domingo custodiaba a los hombres que según el sistema judicial de uno de los países más violentos del continente, eran los más peligrosos.

Digo los más peligrosos porque el sistema decidió ponerlos en la cárcel de máxima seguridad, la cárcel de Zacatecoluca.

En fin, Domingo trabajaba de custodiar a algunos de los que solitos han cumplido con una cuota diaria y han matado a los 10, 11 o 12 que cada día van a la tumba asesinados en El Salvador. Domingo custodiaba, por ejemplo, a El Diablito, un joven de menos de 30 años considerado el jefe nacional de la Mara Salvatrucha, la pandilla más violenta del mundo, según el FBI. Custodiaba también -en otro sector del penal, obviamente-, a los líderes de la pandilla rival, el Barrio 18. Custodiaba, por ejemplo, a El Animal, Miguel Ángel Navarro, líder del tercer grupo de presos con poder en el país, Los Trasladados. Son civiles, como se llama a los no pandilleros entre barrotes, que se agruparon hartos de, como consecuencia de su desarticulación, ser presa fácil de las pandillas cada vez que se armaba motín y masacre dentro de un penal. Eso sí, a El Animal, Domingo dejó de custodiarlo una semana antes de que lo despidieran. A El Animal lo asesinaron de 72 puñaladas en el pecho, espalda, cuello y cara en la celda 9 del Sector 3 del penal de Zacatecoluca, el penal que custodiaba Domingo.

A Domingo lo despidieron junto a sus 94 colegas. Lo despidieron porque, aunque no tienen pruebas concretas contra él, sus jefes de la Dirección General de Centros Penales consideraron que todos eran corruptos, que las pruebas contra uno valían contra todos. Así, todititos. Y punto. Ellos dejaban entrar droga, ellos vendía celulares a los reos, ellos trasladaban sus mensajes a sus ejércitos criminales fuera de las cárceles, ellos, ellos, ellos... Eso dijo la dirección que hace casi 10 años empleó a Domingo y que lo cambió de penal en penal porque durante un tiempo confió en que él era de confianza y merecía cada vez más responsabilidades, más mando, y hasta servir de ejemplo para los demás.

Una mañana, sin más, entró el cuerpo élite de la Policía Nacional Civil, argumentó que haría una requisa en el penal y que por lo tanto los custodios, así como estaban, solo con su uniforme, tenían que salir. Ni modo, Domingo y sus colegas salieron. Afuera les dijeron que mejor se fueran a sus casas, porque ya no eran custodios ni tenían trabajo ni indemnización, porque simplemente su contrato acababa y no se los renovarían.

—Domingo, pero hasta usted sabe que algunos de sus colegas eran corruptos.

Domingo sube la cuesta y descansa un poco. Ya no jadea tanto.

—Claro, si yo ya le dije que sí varias veces. Yo digo que unos 25 podían ser corruptos, pero no todos. ¡Yo no era corrupto! Que me pongan pruebas.

Los custodios de Zacatecoluca ganaban sueldos que propician la corrupción: 235 dólares al mes, menos los descuentos de ley, andaban por los 180 dólares. Casi todos son ex militares o ex guerrilleros que se dispararon durante varios años entre 1980 y 1992, cuando se firmó la paz y sus comandantes les dijeron que entregaran las armas y se fueran a sus casas a ver cómo echaban para delante en un país que, por decreto, estaba en paz.

—¿Y habló con sus colegas a ver si hacen algo?
—Sí, nos reunimos esta semana.
—¿Y qué acordaron?
—Nada.
—¿Cada quien para su milpa, pues?
—Fíjese que eso es lo que yo me pregunto.
—¿Qué cosa se pregunta, Domingo?
—Que muchos de mis compañeros no eran campesinos, sino que siempre han sido… Cómo le puedo decir… Siempre han trabajado de cargar un fusil, pues. Entraron a la guerra jovencitos, sin estudios. Después, llegó la paz y entonces ellos buscaron cómo seguir trabajando con un fusil, y se metieron a guardias privados de colonias o empresas, y después, en 1994 o poquito después, que remodelaron el sistema de cárceles, se metieron de custodios.
—O sea, gente que lo único que sabe hacer es manejar un fusil.
—Cabal, solo eso. Y ahora, ¿qué? Si algunos ya están muy viejos para que los agarren en las compañías de guardias privados. ¿Qué van a hacer si solo manejar un fusil saben?
—Estoy pensando en voz alta, Domingo, pero mire: gente que conoce muy bien cómo funciona el sistema penal, gente que solo manejar un fusil sabe, gente que conoce muy bien a los más importantes delincuentes del país, gente que conoce muy bien la cárcel apodada como “el cerebro del crimen”… Gente enojada por el despido, corrupta según el sistema y que solo manejar fusiles sabe… Quizá hubiera sido inteligente darles una opción.
—Eso digo yo, eso digo yo. Allá adentro hay gente que bien le ofrece a uno hacer trabajitos. Si en ese trabajo si uno fusil quiere, hasta del cielo le caen.

Domingo corta la comunicación y entra a la granja de pollos donde va a pedir trabajo. Yo me quedo pensando en todas las posibilidades que ofrece para un criminal emplear a un ex guardia de la prisión de máxima seguridad. Me quedo pensando en qué difícil debe ser la vida si uno solo sabe manejar un fusil. ¡Carajo, con lo mal pagados que son todos los trabajos con fusil! Bueno, los formales, claro. ¡Carajo! Qué mal habla de un país tener a tanto hombre ya mayor, que nació hace décadas, sin ningún estudio pero con un doctorado en fusil.

Llamo a Domingo. Calculo que ya salió de la entrevista. Sí, ya salió. Contesta.

—¿Qué pasó? ¿Le dieron el trabajo de cuidar pollos?
—No, yo creo que no les gustó el trabajo que tenía antes.

(San Salvador, El Salvador. Enero de 2011)

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