El otro día, haciendo limpieza digital (entiéndase revisión, ordenamiento y respaldo o descarte de archivos varios y de CD y DVD acumulados durante años), hallé un dividí promocional con un sugerente título: Entender la violencia para poder prevenirla. Estoy casi seguro, casi, de que lo traje de un encuentro que en octubre de 2010 se celebró en Ciudad de Panamá bajo el no menos atractivo anzuelo de Compromiso Centroamérica, un espacio para construir una región segura, uno de esos en los que en pocos días se derrochan cientos de miles de dólares de la cooperación internacional para que políticos, académicos, policías, oenegeros y periodistas pasen unos días de distensión en hoteles de muchas estrellas, supuestamente reflexionando y compartiendo experiencias sobre algún tema en particular; en aquella ocasión, sobre la violencia.
El dividí, muy bien realizado técnicamente por el departamento de Audiovisuales de la Universidad Centroamericana (UCA), lo firma Poljuve El Salvador, un programa coordinado por la Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho (Fespad) y por el Servicio Social Pasionista (SSPAS, presidido por el sacerdote católico Antonio Rodríguez), y le metieron dólares la cooperación española, la holandesa y la canadiense. Se trata de un compendio de opiniones de distintos actores de la sociedad salvadoreña, cohesionados por una voz en off explicativa-opinativa, que en su conjunto tratan de convencernos de que las maras son un fenómeno sobredimensionado por los medios de comunicación, apenas una expresión más de una sociedad histórica y transversalmente violenta. Dura casi veinte minutos, acabo de verlo, y he de reconocer que, en la actual coyuntura de abrupta reducción de los homicidios como consecuencia de las negociaciones entre el Gobierno y las pandillas, me ha movido el piso.
Está en Youtube y pueden verlo aquí, aquí y aquí, pero transcribo, en estricto orden de aparición y con la edición mínima e imprescindible, algunas de las frases que me han resultado más sonoras, atribuidas a sus propietarios:
- Carlos Ayala, director de YSUCA: “Hay una violencia que generan las pandillas pero, a mi juicio, no es necesariamente la más grave ni la más fundamental”.
- Lorena Cuerno, antropóloga: “De los homicidios que se cometen en el país, un porcentaje realmente mínimo es el que cometen los pandilleros. Y los pandilleros por lo general no matan civiles”.
- Voz en off: “La mayoría de los hechos de violencia que ocurren a diario en el país son cometidos por personas ajenas a las pandillas”.
- Francisco Valencia, director del diario CoLatino: “Yo he leído un estudio de hace un año que señalaba que, del 100% de asesinatos, solo el 20% realmente han sido cometidos por pandilleros”.
- Voz en off: “Poljuve busca que la población tenga una comprensión mucho más integral del problema de la violencia, para entenderlo mejor, a través de un proceso de investigación, acción, participación, para llegar a la construcción de políticas públicas, a nivel nacional y centroamericano”.
- Voz en off: “Para el programa Poljuve, es importante que todos los actores de la sociedad nos sentemos a discutir sobre las causas y manifestaciones del violencia juvenil”.
- El Thunder, supuestamente un pandillero: “Nos humillan, nos golpean, nos tratan mal pues. En vez de ayudarnos…”
- Padre Antonio Rodríguez (padre Toño), de SSPAS: “Para mí es muy importante saber que los jóvenes, antes de ser violentos, han sido violentados”.
- “El Mentiroso”, supuestamente otro pandillero: “Nosotros no tenemos mentalidad tan basura, sino que también tenemos mentalidad productiva, para cambiar esta violencia que se está viviendo ahorita, ¿va?”.
Este dividí en particular, repito, lo suscriben las oenegés Fespad y Servicio Social Pasionista, pero a mi juicio representa la columna vertebral del pensar de todo un conglomerado de organizaciones, fundaciones, asociaciones y coaliciones que hasta ayer mismo mantenían un discurso muy en la línea de las frases seleccionadas, es decir, un discurso tendente a minimizar el impacto de la violencia de las pandillas en la sociedad.
El descenso abrupto del 60% en los homicidios como consecuencia directa del pacto entre la Mara Salvatrucha (MS-13) y el Barrio 18 no ha dado la razón al general David Munguía Payés –ministro de Justicia y Seguridad Pública, quien asegura que el 90% de los asesinatos que se cometían en El Salvador estaban relacionados con las maras–, pero sí parece habérsela quitado a quienes por años se empeñaron en convencernos de que a los pandilleros apenas se les podía achacar una fracción mínima de la actividad delictiva.
Quizá sea esta la razón de algunos silencios desde que inició el proceso…
(San Salvador, El Salvador. Junio de 2012)