Bitácora / Violencia
Las cartas de Rosemberg (1/3)

Dicen que conocer el pasado ayuda a entender el presente. ¿Puede entonces comprenderse el sistema penitenciario actual viendo el que teníamos hace dos décadas? Sala Negra tuvo acceso a varias cartas manuscritas por un salvadoreño anónimo llamado Rosemberg, preso en el penal de San Francisco Gotera en los últimos compases de la guerra civil. Son tan expresivas y están tan bien escritas que se publicarán íntegras, con la edición mínima, y con tan solo una escueta presentación previa.


Fecha inválida
Roberto Valencia

Rosemberg es un delincuente salvadoreño que cayó preso, lo juzgaron, lo condenaron, y en la segunda mitad de 1989 fue a parar al penal de San Francisco Gotera (Morazán), el mismo que en la actualidad sigue operando. Tuvo la ocurrencia de escribir sus vivencias en unas hojas manuscritas que han terminado en manos de uno de los reporteros de Sala Negra de El Faro. Desconocemos la identidad de Rosemberg o si en la actualidad está vivo o muerto, pero el contenido de esas cartas se publicará en tres entregas; se hará por su estricto valor noticioso sobre cómo el Estado salvadoreño trataba a sus privados de libertad en los años previos a los Acuerdos de Paz.

En esta primera entrega hay dos partes bien diferenciadas: al inicio, Rosemberg describe las condiciones de la cárcel en la que fue recluido, y que por su dureza era conocida entre los reos de todo el país como el Pocilgo; en la parte final, el interno narra el porqué de su llegada a una celda de castigo, y deja entrever la arbitrariedad con la que la Guardia Nacional –la institución que administraba este penal– trataba a los reos.

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San Francisco Gotera, el Pocilgo de Morazán

Gotera es un centro penal donde reinan la miseria y las injusticias por parte de sus regidores. Está ubicado en el pueblo de San Francisco, a unos 190 km. de la ciudad de San Salvador. Está rodeado por un pequeño río, el cual abastece de su agua a muchos compañeros reclusos. En dicho lugar, a su costado, se encuentra el reconocido cerro “Cirimba”, el medio de atracción para muchos compañeros jóvenes que se encuentran privados de su libertad. Muchas familias tienen que madrugar para poder ir a visitar a sus seres queridos que se encuentran sepultados vivos en ese Pocilgo, donde para poder sobrevivir has de hacer uso de la Razón, para no ser azotado como todo un animal.

Gotera

Está compuesto de cuatro recintos denominados 1º, 2º, 3º y 4º. En el primero se encuentran ubicadas personas aledañas a Morazán. El 2º recinto es una celda donde se supone tienen a todos los compañeros de mala reputación. El tercer recinto, al igual que el 2º, suelen tener a compañeros también de mala reputación, o sea, trasladados de los diferentes centros penales de la República. Y el 4º recinto es para tener únicamente a todos aquellos que se encuentran purgando grandes condenas. Allí, en el 4º recinto, está ubicada la celda de castigo conocida vulgarmente como el Sopé, un lugar espantoso donde encierran a muchos compañeros obligados a purgar castigos impuestos por el señor Granadeño. ¡Hasta diez meses o tres años! Algo infrahumano. No hay un tiempo estipulado.

1º 1989

―Hey, carnal, ahí te dejé el encargo en el maletín. Ya sabes, ¿verdad?

Me dijo el Verde, un elemento de dicho cuerpo de dicha institución [la Guardia Nacional].

―Tené cuidado, vos sabés lo mejor…
―No sé a qué te refieres –le respondí.
―Ya te dije.

Al día siguiente, a eso de las 6:15 a.m., me habían tendido una emboscada. Qué sorpresa.

―Oye, joven Rosemberg, queremos hablar con vos. ¿Qué te pasa? ¿Estás jugando con nosotros o qué?
―No sé de qué me hablan –susurré.
―No te hagás –me dijo el guardia–, en tu puesto acabamos de encontrar un cargamento de marihuana. ¿Quién te la pasó? Ahora nos vas a decir todo lo que sabes, y, si no, ya vamos a platicar con los Derechos Humanos.

Así le decían a una manila gruesa de color rosado que utilizaban para colgarlo a uno y luego golpearlo hasta caer moribundo.

Después de una fuerte paliza, fui conducido por los verdugos de ese lugar hacia el Sopé. Empezaron a correr los días. Después se hicieron semanas. Luego fueron meses. Hasta que se convirtieron en años en dicho castigo. Todo era defectuoso. No había un alma que se dignara a entregarnos un poco de agua. Qué miseria. Parecía que a todos se los hubiera tragado la tierra. Solo se oían el llorar de los grillos y el maullar de los gatos. Estábamos en plena ofensiva. No había qué comer. Ya casi era Navidad. Todo estaba desolado. No nos atendía pues el señor Granadeño. Lo único que sabía decir era: ya los voy a colgar, ¿para qué insisten? ¿Que no ven que aquí es Gotera? ¡Aquí es pija y verga! ¿Que no entienden? ¡Aquí o se calman o los calmamos, perras!

Fragmento de una de las cartas manuscritas por el reo Rosemberg.
 
Fragmento de una de las cartas manuscritas por el reo Rosemberg.

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Publicado el martes 2 de octubre de 2012: Las cartas de Rosemberg (2/3)
Publicado el miércoles 3 de octubre de 2012: Las cartas de Rosemberg (3/3)

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