Entrevistas /
“La administración Saca nos ofreció salir de Zacatraz para bajar los homicidios”
Desde su primera declaración conjunta sobre la tregua, las pandillas Mara Salvatrucha y Barrio 18 han asegurado que gobiernos anteriores mantuvieron con ellas diversos procesos de diálogo, todos ellos frustrados. Ahora la cúpula de la MS detalla uno de ellos, sostenido entre 2004 y 2005 con el gobierno de Antonio Saca, y que relaciona con su encierro de siete años en el penal de Zacatecoluca.

Fecha inválida
José Luis Sanz y Carlos Martínez / Fotos: Pau Coll

Entrada principal a los diferentes sectores del penal de Ciudad Barrios. Más de 2000 pandilleros de la Mara Salvatrucha permanecen presos en esta cárcel ubicada en el norte del departamento de San Miguel.
 
Entrada principal a los diferentes sectores del penal de Ciudad Barrios. Más de 2000 pandilleros de la Mara Salvatrucha permanecen presos en esta cárcel ubicada en el norte del departamento de San Miguel.

“Estamos hartos de políticos corruptos y mentirosos, porque ya hemos sido defraudados en ocasiones anteriores, desde el gobierno de Calderón Sol nos han venido utilizando y pidiéndonos el voto de nuestras familias y a pesar de ello nada se nos ha cumplido”, decía el primer comunicado de la Mara Salvatrucha y el Barrio 18, hecho público el jueves 22 de marzo. Hasta esta entrevista los representantes de ambas pandillas se habían negado a detallar ninguno de aquellos contactos, pero las preguntas sobre el reciente asesinato de dos pandilleros en Las Margaritas, atribuido a la propia MS-13, detonaron una respuesta inesperada:

Diablo: Me involucraron directamente a mí. Los medios de comunicación dijeron que una fuente policial, y yo sé por dónde viene esa fuente. Esta gente (algunos policías) tiene tanto miedo a la información que nosotros manejamos... ellos saben que ha habido diferentes reuniones y diferentes cosas en las que se nos han planteado diferentes cosas delicadas, y nosotros hemos dicho No, no, no y no.

¿Qué es una cosa delicada?
No puedo contestarte eso.

¿Hablas de grupos policiales, de crimen organizado...?
Trece: Grupos de exterminio en diferentes cosas...

Diablo: Estamos hablando de diferentes personas que han tenido acercamiento con nosotros.

¿Con fines criminales?
O para lucrarse ellos: popularidad, éxito... cosas de la política. Y nosotros dijimos “no, ustedes la cagaron, ustedes límpienla”. Cuando nos envían a Zacatecoluca las cosas las teníamos trivergonas en la calle.

¿Qué quieres decir?
Que no existía la criminalidad que hubo de 2005 para acá. Andate a los registros, a los archivos de la historia de la violencia de El Salvador, y decinos qué pasaba antes de 2005. Había estupideces, había cagadas, claro, pero las fuimos moldeando, poco a poco regulando lo que no era correcto. De 2005 para acá, andá a ver, se disparó todo. Y las personas que nos mandaron a Zacatecoluca nos buscaron en reiteradas ocasiones diciendo “Puta, bichos...” Les hicimos que aceptaran ante nosotros: “Disculpen, la cagamos al traerlos a Zacatecoluca. Cuando estaban ustedes todo esto no era así. Era tolerable. O manejable”. Los hicimos que nos pidieran esas disculpas, y después nos ofrecieron regresar. “Pélenla”, les dijimos. “Aquí estamos bien en Zacatecoluca. Arréglenlo ustedes, ustedes lo jodieron”.

Lo que estás diciendo es que un acuerdo similar al que se está dando ahora se les ofreció antes.
Es que este acuerdo no es que nos lo hayan ofrecido. Nosotros lo buscamos. Pero antes fue ofrecido.

Pero se acabó dando.
Antes fue ofrecido. Pasó esto, mirá. Nosotros presentamos una propuesta, una propuesta triclara, así como lo que estamos haciendo ahorita, al que era presidente del Consejo Nacional de Seguridad Pública, el licenciado Óscar Bonilla. Le dimos ideas que hemos compartido con Raúl (Mijango) y monseñor (Fabio Colindres), que no nos han traicionado al decirlas: podemos servir un montón en diferentes áreas acerca de la violencia, en la prevención, en reinserción, y en lo laboral. Se la pusimos así, en bandeja de plata: “aquí está, papá”. Ya habíamos dado nuestro votos (en las elecciones presidenciales de 2004), para empezar. Ya habíamos ayudado en las campañas, tanto que nos sentíamos como que “Vaya, vergón, ya llegó el momento. Aquí está, decile al señor presidente que lo estudie y nos dé respuesta”. Pero nos llegó con casaca, nos regaló unas pelotitas, unos uniformes, hizo propaganda... Llegó el Secretario de la Juventud. (Se gira.) ¿César Funes era ese, verdad, vos?

Trece: César Funes y también Carmen Elena de Rusconi.

Diablo: Sí, pero los grandes eran César Funes, este otro...

Trece: Salvador Samayoa...

Diablo: No, pero de Samayoa no tenemos que hablar mal. Vos sabés que el viejo fue derecho. El viejo cuando vio... Salvador Samayoa, que fue presidente del Consejo, cuando se fue deja al Chele (Óscar) Bonilla y él se caga en nosotros. Samayoa tuvo los huevos y el coraje de decir “yo hasta aquí llego, muchachos. No puedo seguir en esto porque hay otros intereses.” Él se va, nosotros nos quedamos trabajando con el Chele, que nos dice “no, hombre, yo me voy a quedar dando seguimiento a lo que inició Samayoa, démosle”. De ahí altos jefes policiales nos llegan a visitar a Quezaltepeque, nos hacen una propuesta estúpida después de que nosotros hemos hecho una propuesta clara... Ninguno de nosotros aceptó. A los tres días estábamos en Zacate (el penal de máxima seguridad de Zacatecoluca). Fue una invención (lo de que nos intentamos fugar de Quezaltepeque), fue inventado. Ganamos la audiencia de que no hubo intento de fuga, no había un túnel. Quedó claro, luego de la inspección que hizo la jueza, que era Ástrid de los Ángeles Torres. Desde ese problema, ella tiene un montón de enemigos declarados, medio hace una cosita y la atacan con todo, porque tuvo el coraje y los ovarios de decir “Esto es ilegal. El traslado de los muchachos es ilegal”. No había fuga, se documentó que no existían los túneles de los que ellos hablaron, que la información era falsa. Y se inventan un decreto y Ástor Escalante y el expresidente (Antonio) Saca nos deja por huevos en Zacatecoluca, desobedeciendo la orden de que nosotros no merecíamos estar allí.

(Salvador Samayoa confirma que entre los años 2000 y 2004 sostuvo reuniones en los penales de Apanteos y Quezaltepeque con los prinicipales líderes de la Mara Salvatrucha, en calidad de presidente del Consejo Nacional de Seguridad Pública. Estos contactos, asegura, se celebraron siempre con conocimiento y autorización del presidente Francisco Flores. “Inicialmente no teníamos intención de buscar un contacto orgánico con las pandillas”, aclara, “pero se hizo imprescindible hablar con los líderes en las colonias para poder implementar nuestros programas de prevención de violencia, y acabamos haciendo también cosas con y para ellos en lás cárceles: una biblioteca, una panadería, jornadas de reflexión, y un torneo de básquetbol”; “También pidieron, y hablamos de ello aunque no se concretó nada, planes para amortiguar la situación de aquellos pandilleros que estaban cerca de salir de la cárcel, y de solucionar la situación de gente que llevaba años a la espera de condena.”)

(Samayoa dice que nunca dialogó con el Barrio 18 porque en aquella época veía a la 18, al menos en los municipios de Soyapango y Ciudad Delgado, vinculada a las alcaldías y a algunos concejales, y eso le generaba deconfianza, aunque no descarta que Óscar Bonilla, que fue su número dos en el CNSP y le sucedió al frente de la institución, sí lo hiciera. Bonilla falleció en diciembre de 2010. En cuanto a la negociación de beneficios a cambio de sus votos en la campaña presidencial de 2004, Samayoa dice que ni él hizo nunca una petición de ese tipo ni nadie la hizo en su nombre ni en su presencia, aunque no parece sorprenderle la posibilidad de que otros funcionarios públicos lo hayan hecho: “Si alguien del Ministerio de Gobernación me jugó la vuelta, no lo sé”. Admite también que es “posible” que al dejar el cargo, justo antes de la llegada de Saca al poder, él personalmente haya dicho a los líderes de la MS que no confiaba en el nuevo gobierno.)

(Rodrigo Ávila, viceministro de Seguridad entre 2004 y 2006 y exdirector de la PNC, dice que el diálogo del gobierno con las pandillas continuó tras la llegada de Bonilla al CNSP y bajo su gestión incluyó también al Barrio 18. “Yo, como viceministro a cargo de los centros penales, autorizaba esas entradas a las cárceles”, dice. Ávila asegura que estos contactos se hicieron con conocimiento del presidente Antonio Saca, pero que con los líderes pandilleros “se habló exclusivamente sobre cómo reintegrarse a la sociedad y mejorar condiciones carcelarias”. “También se habló de que dejaran de cometer delitos y dejaran de ser pandilleros”, dice, “pero ellos empezaron a pedir que se derogaran leyes, que se quitara del código penal la figura de las agrupaciones ilícitas, que se pararan los operativos... cosas que en vez de debilitar, fortalecían a la pandilla”.)

(El Faro habló por teléfono con René Figueroa, viceministro de Seguridad a inicios de 2004 y ministro de Seguridad durante todo el gobierno Saca, pero se negó a dar declaraciones sobre lo expresado por los líderes de la Mara Salvatrucha: “No doy declaraciones ni entrevistas sobre nada que tenga que ver con mi tiempo en el gobierno. Aquello ya pasó, estoy fuera de la política”, dijo. Figueroa fue también, entre 2003 y 2004, jefe de campaña de la candidatura presidencial de Arena. En marzo de 2005, El Faro publicó un artículo en el que se denunciaba el involucramiento de pandilleros del Barrio 18 en la campaña electoral de Saca.)

¿No tenía el gobierno la potestad de trasladarlos?
Oí bien. Para llegar a Zacatecoluca hay un proceso que todos conocemos: vos hacés una infracción disciplinaria, cometés un delito en las calles, te ves involucrado en algo y es comprobado; viene el equipo técnico y te hace una evaluación, hace un formato de seguridad, lo llevan al criminológico, este lo estudia, y ellos dicen si tenés que ir a Zacatecoluca o no. Vergón: a nosotros en Quezalte nos trasladan a Usulután el mismo día. Y ¡fum!, a las 24 horas ya el consejo técnico y el criminológico regional oriental tenían una respuesta en contra de nosotros, cuando para que te den un beneficio penitenciario pasas meses y años esperando... Y a nosotros en 24 horas nos hicieron mierda el expediente y nos pusieron un montón de basura y nos llevaron a Zacatraz.

(La polémica jurídica por el repentino traslado de líderes de la MS-13, pero también de líderes del Barrio 18, a Zacatecoluca, recibió amplia cobertura en los medios de comunicación entre febrero y abril de 2005. Finalmente, una Cámara de Santa Tecla revocó la sentencia de la jueza de vigilancia penitenciaria Ástrid Torres y con ello respaldó el traslado. Torres insiste aun hoy, sin embargo, en que en aquella ocasión se vulneraron los procedimientos habituales y se hizo que el Consejo Criminológico Oriental trabajara ininterrumpidamente desde las 3 de la tarde del 7 de febrero hasta las 4 de la mañana del día 8, para elaborar los dictámenes en que se sustentaba ese traslado. Insiste también en que el supuesto plan de fuga era solo una excusa: “Era evidente la intención del Ejecutivo de concentrar a los líderes de las dos pandillas en la cárcel de máxima seguridad”, dice. Salvador Samayoa coincide en que el Ejecutivo quería desde hace tiempo recluir a los líderes de ambas andillas en Zacatecoluca, y recuerda que antes de junio de 2004, cuando todavía estaba en el CNSP, intervino personalmente en dos ocasiones para convencer al entonces ministro de Seguridad Conrado López Andreu y al viceministro René Figueroa de frenar la decisión ya tomada de efectuar ese traslado.)

(Ávila lo niega. “Descubrimos que algunos de los mismos que en teoría estaban en ese diálogo positivo con el Consejo, desde las cárceles estaban coordinando actividades criminales, e incluso planes de fuga; por eso se les mandó a Zacatecoluca”, dice, y explica que en pocas semanas el gobierno recluyó también en aquel penal a cabecillas de La Raza y de grupos de secuestradores, “como parte de un operativo nacional contra quienes controlaban crímenes desde las cárceles”. Aunque en 2006 regresó a la dirección de la Policía, Ávila se desmarca de cualquier negociación posterior: “No sé nada de que después de estar ellos en Zacatecoluca haya llegado gente a negociar con ellos una bajada de los homicidios.”)

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