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'La tregua tiene que ir más allá de la estrategia del niño que chantajea a sus padres'

El que hace dos años fuera uno de los principales impulsores de un acercamiento entre el gobierno y las pandillas para reducir los índices de violencia, ahora es uno de los más críticos de la tregua pactada entre las pandillas Barrio 18, Mara Salvatrucha y el gobierno salvadoreño. Su señalamiento apunta, particularmente, a la ilegitimidad de una 'negociación' oscura que, como tregua, ya está agotada.


Fecha inválida
Daniel Valencia Caravantes

El caso del padre Antonio Rodríguez sorprende porque todo aquello que él pidió, y por lo cual fue excomulgado de una comisión gubernamental, ahora ocurre con otro sacerdote, un ex guerrillero, las pandillas y el gabinete de Seguridad del presidente Mauricio Funes. Sorprende, además, porque ahora que ocurre, él se ha convertido en uno de los principales detractores de un proceso que ha desplomado la tasa de homicidios de manera contundente en los últimos ocho meses.

Para este sacerdote, la tregua entre las pandillas debe cambiar en otra cosa que se aleje del “dame que te doy” entre el gobierno y las pandillas Barrio 18 y Mara Salvatrucha 13. Cuestiona el secretismo del proceso, asegura que detrás de este hay un interés eminentemente político del ministro Munguía Payés; y advierte que, al final de cuentas, los más beneficiados han sido los líderes de las pandillas, que han entendido el verdadero peso político con que cuentan. En esta entrevista, además, devela algunos detalles del primer intento de acercamiento que hubo con las pandillas, y asegura que este fue dirigido por el ex ministro de Seguridad Manuel Melgar, y por el secretario de Asuntos Estratégicos, Franzi Hato Hasbún.

Esta entrevista fue concedida en las oficinas del Servicio Social Pasionista de El Salvador, ubicadas en Mejicanos, a escasas cuadras de donde un microbús repleto de gente fue incendiado por pandilleros del Barrio 18, en el año 2010. En esa masacre murieron calcinados una veintena de pasajeros, entre adultos y niños. Como él mismo dice, trabaja en una zona peligrosa. Sin embargo, ni antes de la quema de ese microbús ni después, su oficina había estado custodiada. Ahora un oficial del servicio de Protección de Personalidad Importantes (PPI) se mantiene en la puerta, cuidando la entrada, frente a unas vendedoras de frutas y churritos.

En septiembre de 2012 Rodríguez denunció que su vida corría peligro, y que el ministro de Seguridad David Munguía Payés lo sabía, pero que no hacía nada al respecto. La denuncia del padre Toño ocurrió días después de emitir el último de una serie de comunicados que criticaban la tregua. No hay nada claro sobre sus denuncias, pero él sostiene que detrás hay sectores interesados en que nadie critique esta tregua. Él descarta que las amenazas contra su vida provengan de las pandillas.

Antonio Rodríguez. Foto El Faro
 
Antonio Rodríguez. Foto El Faro

Ha sorprendido que usted, que hace dos años pedía algo muy similar a lo que hoy está ocurriendo, critique tanto la tregua entre las pandillas Barrio 18 y Mara Salvatrucha. ¿Podría explicarnos por qué ha salido a criticar tanto este proceso?
Porque el fin no justifica los medios. Yo no puedo aprobar el haber reducido los muertos con una estrategia hecha desde el secretismo. Por eso he criticado la tregua. Creo que se pudo haber reducido los homicidios sin tener que haber construido una tregua ni una negociación, sino un diálogo con las pandillas, incluyendo a otros sectores.

Su organización y muchas otras organizaciones durante muchos años lo que pidieron fue que el gobierno se sentara a dialogar con las pandillas, para solucionar el problema de las pandillas... Si hoy ese diálogo ya se dio, ¿por qué tanto problema? ¿Que no era eso lo que pedían?
El punto aquí es que han dialogado sobre la construcción de una tregua, no sobre la construcción de un proceso de transformación de las pandillas, sin intereses y beneficios directos. Si queremos que este proceso sea duradero, hay que transformarlo del “dame que te doy” a otra cosa, a una construcción más integral de políticas públicas.

Bueno, ya se puso la primera piedra: gobierno y pandillas, con dos intermediarios, se han sentado a negociar. ¿Eso no es plausible?
Estos mismos resultados los hubiéramos tenido con un proceso abierto y transparente. Al final, el proceso ha sido abierto y tranparente no porque el gobierno quería. Yo no puedo aplaudir algo que iba a ser clandestino. ¿Qué hubiera pasado si esto no se hubiera descubierto? La estrategia hubiera sido por debajo de la mesa, y los méritos hubieran sido la efectividad de la Policía antipandillas, que es una decoración que no les ha servido para nada. El lenguaje de guerra y la aplicación de la policía antipandillas eran elementos para anticipar la reducción de los homicidios.

¿Eso iba a ser un truco político?
Creo que era un acuerdo político el que había y que les ha salido mal.

¿Las pandillas se prestaron a un objetivo político?
Las pandillas se prestaron a jugar, pero no sé si conocían todo el juego. Dudo que conocieran el truco político, pero lo que sí tengo claro es que las pandillas son más inteligentes que el gobierno y que otros actores. Ellos están todo el día pensando y construyendo ideas. En la vida no hay nada más peligroso, para bien y para mal, que tener tiempo y estar pensando ideas. ¿Qué tienen las pandillas? Tiempo. Y qué hacen en ese tiempo: construir ideas. En algunos casos para lo peor, y otros para lo mejor. Parece ser que las pandillas están teniendo un fuerte taller mental para construir ideas que transformen este proceso.

Hace dos años a usted por hablar en nombre de la pandilla le llamaron “vocero” y el presidente Funes hasta lo sacó de una comisión gubernamental. Que en este proceso ahora haya otro sacerdote, respaldado, apoyado, que habla de “milagros”, ¿a usted le molesta?
Ja ja ja... a mí me sorprende que un obispo necesite una tregua para ofrecer a algunos empresarios -y a algunos periodistas tradicionales que siempre habían estado opuestos al mundo pandilleril- la visión humanitaria de los pandilleros. Me sorprende eso. La visión humanitaria para este sector de la población no debería venir de una tregua.

¿No le convence la conversión de los pandilleros que han logrado el gobierno y los mediadores?
El problema es que una tregua tiene un principio y un final. Y ese final aflige. ¿Cuál es la estrategia detrás de la tregua? Uno no puede jugar con la vida de las personas sobre la base de una tregua que tiene un principio y que puede tener un fin. Eso por un lado. Por el otro, las pandillas no necesitan hacer nada debajo de la mesa, a menos que sea el daño y el mal. El bien se hace por encima de la mesa. Si las pandillas están encaminadas a construir el bien, no lo tienen que hacer a base de chantajes. 'Vamos a bajar los muertos si nos sacan y nos dan estos beneficios'. Me parece que los muertos no se pueden bajar a fuerza de beneficios y de una tregua clandestina.

¿Las pandillas están chantajeando al gobierno?
La tregua está basada en una estrategia de chantajes. Me dan, si les doy; les doy para que me den. Me parece infantil la relación entre los mediadores, el gobierno y las pandillas. Tenemos que ir más allá de esa estrategia infantil del niño que chantajea a sus padres con cierto tipo de comportamientos. Mantener una tregua de seis meses con estas actitudes es desgastante. Y reconozco ese desgaste, y ellos lo han manifestado. Y se están quejando de la actitud del gobierno, que ha sido incoherente, cuando quienes se han puesto al frente y se están quemando son monseñor Colindres y Raúl Mijango. A quien más debería interesarle esto es al gobierno. Primero porque es el responsable de la seguridad, segundo porque de ellos salió la estrategia de negociación, del despacho del ministro. No puede ser que ahora, a aquellos quienes salieron a lavarles la cara, los estén dejando a la intemperie.

Pareciera que se compadece de los mediadores y quisiera que esto se convierta en algo más que una tregua.
El problema es que en estos momentos el gobierno está dejando a todo mundo a la intemperie. A la población, que no sabemos qué pasara; a los pandilleros, porque no les satisfacen sus grandes demandas… Y esto está así como está porque así se construyó, al parecer sin claridades y con demasiados secretismos. Y no puede ser que la única forma de que la tregua se mantenga es continuando con los beneficios. ¿Todos los gobiernos que quieran tregua tendrán que seguir con la política de beneficios? En el momento en que un gobierno no esté de acuerdo, o que un ministro no esté de acuerdo, o que las pandillas no estén de acuerdo con lo que están recibiendo, ¿entonces qué? ¿Vamos a volver a lo de antes?

¿Y según usted qué habría que hacer?
Podemos transformar la política de chantajes e intereses en otra cosa.

Si hasta ahora pequeños beneficios –comprobados: movilización de penales de máxima seguridad a penales de menor seguridad, acceso voluminoso de las visitas, expulsión de los militares en los registros- han creado este armisticio, ¿no vale la pena aplaudir el gesto de las pandillas de pausar su guerra, salvando, de paso, siete u ocho vidas diarias, a cambio de tan poco?
Creo que no. Las personas, creo, tienen que cambiar porque están convencidas de que matar no es correcto. No creo que sea conveniente aceptar que una persona ofrece dejar de matar a cambio de más visitas íntimas o más televisores. El presupuesto de dejar de matar porque ahora me dan esto, me parece que es nefasto. Si una persona dice que va a dejar de matar es porque demuestra que está convencida de que la vida humana se respeta por encima de todo.

Para quienes nunca han trabajado o se han acercado a las pandillas, es sorprendente y hasta lógico que digan que las pandillas está chantajeando al gobierno, y actúan sobre la base de beneficios. Dame esto y te doy lo otro. Ahora, usted mejor que nadie es de los que más claro debería de tener que las pandillas siempre han actuado así. Colaboran sobre la base de peticiones: dame esto y podemos hablar esto.
Bueno, no critico tanto a la pandilla… Ellos están en su derecho de pedir lo que quieran. El que no está en el derecho de dar lo que sea es el Estado. ¿Qué les impide a ellos pedir cuando sus marcos de la legalidad van más allá del bien? Es parte constitutiva del desarrollo y de su manera de sobrevivir. No es a las pandillas a las que culpabilizo. Culpabilizo a un Estado a quien el estado de derecho no le permite hacer este tipo de negociaciones, y tiene que ser lo suficientemente maduro para no caer en ese error. Es como si mañana un pandillero le diga a una jueza: mire, me comprometo a no matar, solo si usted se compromete a darme una casa con el Fondo Social para la Vivienda. Pues la jueza dice, vaya, no va a matar, lo controlan donde está y le voy a dar la casa. ¡Hombre, me parece que la jueza no lo puede permitir! El Estado no tenía que prestarse a dar ciertos beneficios que no están dentro del marco del estado de derecho. El beneficio de salir de Zacatecoluca, por ejemplo, no estaba dentro del margen del estado de derecho.

Veamos esto desde el punto de las víctimas que se han salvado. ¿Que los homicidios bajen no es positivo?
Me parece que las estadísticas de violencia deben cambiar porque una persona ha cambiado su vida gracias a una serie de políticas de rehabilitación y reinserción. Y, además, han bajado esas estadísticas porque aquellos que no tienen como opción cambiar de vida, son perseguidos por un Estado efectivo en el combate y la persecución y el castigo del delito y la delincuencia del país.

¿No le parece que esa es una visión romántica que a la fecha no ha producido resultados? Lo práctico ha dado resultados: les damos esto y ustedes reduzcan lo otro.
Eso es porque en el país no tenemos seguridad pública. Estamos confundiendo que hay seguridad pública porque en un periodo han bajado los homicidios. Pero el país no tiene seguridad pública. El país lo que tiene es una reducción de homicidios en un período determinado, fruto de una tregua que se ha generado en un momento determinado, con un impacto numérico en la reducción de homicidios. Los niveles de inseguridad siguen igual, incluso la percepción de inseguridad de la gente en las últimas encuestas sigue igual o más alta. Esta reducción de homicidios no es una mejora de la seguridad pública, es una mejora estadística. Cuestionable incluso si se quiere, por el maquillaje y la concentración de las estadísticas en una sola persona: el ministro de justicia y Seguridad del país.

¿El impacto de la tregua es positivo o negativo para el país?
Creo que es aplaudible en cuanto número. Pero aunque sea aplaudible ese indicador, lo que no puede hacer es continuar seis meses manteniendo los índices de homicidios a fuerza de una tregua. Yo sé que hay muchos pandilleros que no están de acuerdo con esta tregua. Primero porque no están de acuerdo en que todos se tengan que rehabilitar o entrar en este proceso. Segundo, porque definida tal cual como está definida esta cosa, ¿por qué no entramos a una tregua con el narcotráfico, si genera la misma violencia? ¿O es que ya la han generado? Si han hecho una tregua con un grupo implicado en un porcentaje de los homicidios del país, entonces intuyo que la política de seguridad estará orientada en estrategias de negociación con todos los actores implicados y vinculados al crimen y delincuencia del país. ¿Quién nos dice que no pueden hacerlo con el crimen organizado, con los tratantes de personas, con los que narcotrafican? Al parecer es la metodología más efectiva. Vamos a dejar de rehabilitar, de investigar, de generar los mecanismos de justicia dentro de un estado de derecho, porque al final lo más efectivo en este país es negociar. O al menos ese es el discurso, y de paso nos sentencian y nos dicen a los que no estamos de acuerdo que por qué criticamos. Olvidémonos del sistema penal juvenil, del sistema de justicia, porque lo único que funciona -y por lo que algunos sectores estamos “celosos”, no solo en oenegés, sino en algún sector de la policía-, es lo que ellos han logrado en seis meses. Algo que nosotros no lo hemos conseguido en 12 años. Es que también con ciertas estrategias de mafia se logran muchas cosas, y yo prefiero no lograr ciertas cosas a lograr otras con metodologías mafiosas.

¿Por qué el sector de las oenegés que tanto criticó las políticas represivas, ahora parece tan silencioso? Aparte de María Silvia Guillén, el pastor Mario Vega y usted, como que el resto se quedó mudo.
Cuando a los militares los pusieron en Centros Penales, ahí salió la Coalición Centroamericana para le Prevención de la Violencia Juvenil dando conferencia de prensa, oponiéndose a las medidas de los militares participando de la Seguridad Pública. Cuando apareció la nueva ley antipandillas, ahí salía otra coalición tal... Es decir, la Coalición, otras oenegés, otros líderes que han estado generando opinión pública en este tema, no tuvieron miedo para criticar otro tipo de metodologías. Ahora nos hemos dado cuenta de que ha habido un exilio hacia el silencio de muchos actores que han trabajado en este tema y que no han hecho ni una crítica y se han montado en una visión romántica de la tregua. Ni una sola crítica. Están silenciados en ese exilio que se han autoimpuesto.

¿Y cómo interpreta ese silencio?
Quizá tienen miedo o quizá tenían ciertas estrategias de cajas negras, que decían que trabajaban con rehabilitación y quizá no lo hacían. O quizá decían que trabajaban por transformar y no lo hacían. O quizá eran parte de las logísticas de estos grupos para que la cosa siguiera igual.

Hay quienes dicen que usted también cabe dentro de ese costal: que hacía muy poco de lo que pregonaba.
Yo, para empezar, no tengo miedo, y mi trabajo siempre ha sido transparente. Que no he logrado, como muchos dicen, los logros que debería haber logrado... Es que yo siempre he sido una gota en un océano de todo un mundo delincuencial. Yo trabajaba en contra de un gobierno que aplicaba políticas que desintegraban políticas de prevención y rehabilitación. Trabajaba contra policías que facilitaban logísticas delincuenciales, con militares y jueces que hacían lo mismo, fiscales… Yo no puedo hacer mucho, y bastante hago con cambiar la vida de aquellos que han querido cambiar. Todos los que se han acercado al Servicio Social Pasionista y han querido cambiar sus vidas, sus vidas han cambiado. No tengo ningún joven, de los rehabilitados, que haya reincidido en el mundo de las pandillas. Ninguno. A alguno lo han capturado en el proceso de rehabilitación, pero al momento ha salido cuando comprobaron que no tenía ningún tipo de delito y que si lo tuvo, ya había cumplido con su pena.

¿Qué le parece esta: quizá algunos sectores que trabajaban con pandillas se han quedado sorprendidos –y por lo tanto sin saber qué decir- luego de una verdad ineludible: buena parte de los homicidios -al menos eso nos ha dicho la tregua- sí tenían que ver con las pandillas?
Quizá sea eso: defendían análisis sesgados y parcializados, en donde las víctimas las hemos silenciado. ¿Quién ha atendido a las víctimas en nuestras oenegés? En la nuestra, al menos, están organizadas y atendemos a las víctimas de la violencia de las maras. Y desde ellas queremos transformar la vida de los victimarios. A los victimarios hay que transformarlos porque las víctimas lo exigen. Pero eso solo puede hacerse de manera integral. Muchos trabajan con victimarios pero quizá no se dejan impactar del dolor de las víctimas. En esta tregua lo que ha desaparecido es el dolor de las víctimas. ¿Adónde están las víctimas de los últimos años del país? En los últimos 12 años casi vamos a alcanzar al número de víctimas de la guerra civil, ¿y esas víctimas adónde se discuten?

Sin duda que las víctimas del pasado reciente son importantes, tanto como las que esta tregua ha salvado.
Pero a futuro los podemos llegar a sumar. ¿Quién nos asegura que si no cambiamos esta estrategia por otra cosa, no los vamos a sumar el año que viene o en dos años? Y en vez de 4 mil lleguemos a 5 mil o a 6 mil. La tregua tenía que tener el mínimo tiempo posible. Urge por generar, si lo creen así, un proceso de rehabilitación y reinserción a nivel nacional. Una metodología que la apruebe el país y que sea exitosa en los resultados. Si podemos reducir los homicidios con tregua: dame, dame, dame; te doy, te doy, te doy, y creen que este es el método más efectivo, como parece ser que lo está demostrando, entonces vamos a tener que decir: nos equivocamos en la rehabilitación porque el país no necesitaba rehabilitarse, el país no necesita cambiar. Lo único que necesita el país son treguas. Ahora, yo creo que no solo las pandillas han bajado los homicidios sino que también otros sectores los han bajado. Yo sí creo eso.

¿Quiénes?
El narcotráfico y el crimen organizado. Ellos también han reducido los homicidios.

¿Y eso cómo lo comprobamos? En el caso de las pandillas, tenemos un indicador: nacida la tregua, se desplomaron los homicidios.
Pero si la misma PNC decía que solo un 25%, 30% de los homicidios respondían a las pandillas. La única estadística que ha diferido fue la que salió de la cabeza política, o la cabeza investigativa del ministro Munguía Payés. Dentro de su academia de investigación, que es su cabeza, con su metodología desconocida, decía que era más del 90%.

Pero la Policía dijo que era alrededor del 60%.
En el último año. Pero en 2009 la Policía decía que un 11 y 16%. El 2010 se incrementó a un 60%. Y en 2011 Munguía Payes la dejó a más de un 90%. Pero independientemente de esto, en la reducción de los homicidios ha habido otros actores. Esto es una hipótesis que la vamos a tener que demostrar. Así como demostraron ustedes que la reducción de homicidios no era por la efectividad de la Policía, en la nueva guerra que había declarado Munguía Payés a las pandillas, pues quizá alguien más nos demuestre la hipótesis que yo defiendo.

¿El comunicado que usted leyó en 2010 no le parece que también nació de un chantaje? Las pandillas montaron un paro, y en medio del paro exigieron ciertas condiciones. ¿Por qué lo que era válido en aquel entonces no es válido hoy?
En aquel entonces las pandillas no generaron un chantaje. Es más, ellos se atrevieron a hacer ese comunicado porque el gobierno le estaba echando la culpa a Arena. En aquella ocasión dijo que Arena quería desestabilizar al gobierno y quería utilizar a las pandillas…

Perdón, siempre se manejó que los responsables del paro eran las pandillas.
Pero el gobierno no dijo eso. El gobierno le echaba la culpa del paro a los transportistas, después a la empresa privada y luego a Arena, que quería darle un golpe de Estado a Funes. En ese contexto las pandillas dicen: no, lo hemos provocado nosotros y nos hacemos cargo nosotros. Y lo hacemos porque han aprobado la ley de proscripción de pandillas, y este gobierno nos había ofrecido una nueva manera de tratar el fenómeno de las pandillas. Y, segundo, que lo hacían porque el único camino para seguir era el camino de un diálogo abierto y transparente. Y ojo, no lo decían los pandilleros de Zacatecoluca. Lo decían los pandilleros que antes estaban dirigiendo los centros penales. Entonces ese era la propuesta de los pandilleros que estaban dirigiendo al país, a nivel nacional, en aquel momento.

Según usted, la tregua reconfiguró los lideratos en las pandillas.
Pues claro. Los de Zacatecoluca no podían comunicarse directamente y con mayor agilidad. Lo podían hacer a través de la mamá, que se lo comunicaba a la mamá del otro… pero eso dependía de que la mamá llegara al penal... Era complicado. La tregua ha configurado y ha puesto en su sitio a los que habían perdido su sitio.

¿Las pandillas van a desaparecer si esto marcha hacia un final feliz?
Habrá una transformación, pero no van a desaparecer las pandillas. Eso no pasará. Pueden crecer, pueden reducirse, convertirse en más o menos violentas, tener otros comportamientos... Ahora, lo que sí hay que aprovechar, y donde sí hay que hacer un llamado, es que esta es la oportunidad para construir bandas unidas por el bien. Y quizá ese sí sea el gran sueño que tenemos todos.

Lo hicieron utilizándolo a usted en 2010, y lo hacen ahora utilizando a dos mediadores, al gobierno y a los medios de comunicación para difundir sus mensajes. ¿Las pandillas se han dado cuenta del poder político que tienen?
Claro. Al final han logrado construir como un acuerdo de paz, ja ja ja... Las pandillas han logrado lo que querían: de un gran problema social han sacado un impacto y un poder político en un momento determinado. En un rango de tres meses, las pandillas han pasado de estar bajo tierra, con dos horas de luz al día, a estar sentados al lado del secretario de la Organización de Estados Americanos, en un rango político y diplomático. Y si no tenemos a la ONU, tenemos a la OEA supervisando este proceso de paz. Entonces parece que esto sí era una guerra, y lo que quienes decían que no se podía comparar con la guerra civil, se equivocaron, porque ese 'ejército pandilleril' o 'guerrilla pandilleril' está teniendo el mismo proceso de los acuerdos de paz. El presidente habla de un acuerdo por el empleo, y se sienta con la empresa privada y periodistas, tenemos mediadores, y tenemos a la OEA, que se ha sentado dentro de este proceso. Me parece que es absurdo que hayamos llegado, simbólicamente, a reproducir un esquema similar al del conflicto armado.

Me llama la atención que ahora usted ironice y se burle de este 'proceso de paz', cuando hace dos años era justamente eso lo que usted estaba pidiendo para las pandillas.
… Me parece... Me parece que debería haberse buscado algo así hace dos años... pero con un proceso más transparente y más abierto, dentro de la construcción de un acuerdo en donde estuviesen implicados aquellos sectores que se pueden sentar y construir una política nacional que nos haga oxigenar la seguridad pública en el país…

¿Lo han llamado a participar de él? ¿Quiere estar dentro del proceso?

Ni me han llamado ni me quieren llamar, pero eso no significa que mis ideas no se sientan.

Usted quisiera que fuera un proceso abierto, transparente, pero en el que usted estuvo, cuando este gobierno arrancó su período, no era ni transparente ni abierto. Hasta la fecha no sabemos exactamente qué era eso ni qué fines buscaba.
La diferencia entre ese proceso y este es que en el que yo estuve era cerrado, pero estábamos viendo la manera de que fuese transparente, abierto y que fuese diálogo, no negociación. Las reuniones que tuvimos para hacer ese primer intento siempre estaban basadas en la mayor transparencia, y en el mayor diálogo posible y lo más abierto posible. Nuestra estrategia no se echó a andar en parte porque los que estábamos ahí luchábamos por la transparencia y apertura, pero hubo un sector del gobierno que no estaba de acuerdo con esto.

Se lo repito: eso solo ustedes lo sabían. ¿Qué garantías tengo de que lo que usted nos cuenta es lo cierto?
Esa era la estrategia en sí.

¿Era un proceso de diálogo con las pandillas el que se estaba armando o solo usted lo creyó así? ¿O era nada más un acercamiento del gobierno con actores que trabajan para rehabilitar pandilleros para escuchar de sus experiencias?
Eran las dos cosas. Era sentarnos con el gobierno y las organizaciones que han trabajado este fenómeno para construir y dialogar, para las pandillas, políticas públicas. Y la otra era incorporar dentro de ese diálogo, a dos sectores de las pandillas: a los privados de libertad, y a todos aquellos que habían formado parte de un proceso de cambio y rehabilitación. A los que no podíamos incorporar era a los jóvenes activos en violencia. Los que querían seguir cometiendo delitos, había para ellos que fortalecer la investigación y persecución del delito.

¿Quiénes eran las caras del gobierno en ese proceso?
El ministro Manuel Melgar y Hato Hasbún, y los que estábamos en esa pensada...

 

Usted, María Silvia Guillén (Fespad)…
...el pastor Mario Vega (Iglesia Elim), monseñor Rosa Chávez y su servidor.

Cuando arrancó la tregua todos pensamos: ¿hastá cuándo va a durar? Hicimos apuestas: dos, tres, cuatro meses... Van más de seis, y esto continúa. ¿Usted cuánto apuesta?¿Hasta dónde va a llegar esto?
Este proceso va a llegar hasta que el gobierno decida transformar la tregua en otra cosa.

¿Qué es otra cosa?
Es lo que no sabemos. Eso tenemos que discutir, una mesa que garantice algo que sea más que una tregua, no basada en intereses -dame que te doy- sino darle al país lo que necesita. Organizaciones internacionales pueden aportar para ordenar la casa, porque los mediadores ya están agotados.

Si el gobierno le apostó hace dos años a un proceso, digamos, “similar”, pero que fracasó, y si ahora hizo una reedición, ¿podemos decir que vamos a un final feliz? ¿O acaso las contradicciones en el mismo gobierno nos vaticinan un final oscuro?
El presidente es bastante irresponsable en un fenómeno bastante doloroso para el país. Está siendo irresponsable también con los mediadores, que se merecen un trato más digno del gobierno. No solo en la facilitación de la logística, como él ha dicho, sino también en asumir él la responsabilidad que él tiene en esta metodología de la tregua. Mijango y Colindres no solo necesitan logística, necesitan que el presidente Funes asuma la responsabilidad que le compete por haber construido esta estrategia en el despacho de su ministro, porque lo que hace el ministro lo hace el presidente. El problema con el presidente es que en su estrategia de comunicación, todo lo que se hace bien lo hace él, y lo que se hace mal lo hacen el Frente, la ANEP, los periodistas... Entonces, como todavía no sabe si esto va a ser exitoso, o va a ser todo un desmadre después, como tiene tantas dudas de este proceso... si esto hubiera salido bien, las medallas ya se las hubiera puesto y bien puestas. Pero como no saben si esto saldrá bien, el presidente Funes no apoya lo suficiente y no se responsabiliza.

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