Pininos
Por Carlos Martínez
Un día el patrón me dice que vaya a tal lado a encontrarme con él. Esa vez me dijo que me alistara porque al día siguiente íbamos a hacer un trabajo: “Nunca lo has hecho, pero es fácil”. No me quiso decir qué era. Al día siguiente nos fuimos, como buscando para la Costa Azul, allá por el Safari chapín. Íbamos la columna de carros y aparecieron más carros y nos metimos en calle de terracería hasta que llegamos a una pista engramada como de unos mil metros, en medio de una finca.
El patrón me dijo que agarrara un costal lleno de lámparas y que me fuera por el borde de la pista y que cada 20 pasos tenía que poner una lámpara. De unas lámparas pachitas, y del otro lado iba otro sujeto haciendo lo mismo. Y comienzo a poner las lámparas, como a las diez y media de la noche. Y una camioneta se fue a poner en la punta de la pista. Me ordenaron que me quedara al principio de la pista y que cuando me silbaran tenía que salir corriendo a encender las lámparas. Dieron las once en aquel zancudero, once y media…. Cabal a las doce nos silban y empezamos a correr encendiendo las lámparas. Terminé de encender las lámparas que me tocaban a mí, llegué al final y ahí estaba un cubano, que era la primera vez que lo veía. Estaba con un radio: “¡pescado, pescado! Ya te vi, a las doce, a las doce”. Y veo la lucita y baja una avioneta: ¡brrrrrrrrru! Ellos aterrizan en un pedacito y yo incluso dije: “puta se pasó más de la mitad de la pista y no aterrizó” y de pronto aterrizó y dio la vuelta de regreso, viendo al otro lado. Oía: “Cuidado con las hélices, no se acerquen todavía –y luego- ¡rápido, rápido, rápido!” y sacando los paquetes y subiéndolos a un pick up y ¡fun! Se llevaron la droga y luego me tocó estar acarreando gasolina y fuleando la avioneta, hasta que la terminamos de fulear. Le pasaron una canasta con comida al piloto y copiloto, medio se bajaron, hablaron con el cubano: eran colombianos. Ya ellos se subieron, se despidieron y se fueron. Nos mandaron recoger las luces y nos ordenaron que quedara limpio. Ese fue el primer trabajo que hice en esa situación.
Esa vez, según oí yo, eran 600 kilos.
“Big Chief”, recluido en el sector 5 de la cárcel de Mariona.