Días antes de la muerte de Geovani se hizo público un informe elaborado por el investigador Douglas Farah, encargado por el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un tanque de pensamiento estadounidense con mucho eco en la estructuras de poder en Washington, D.C. Ese informe aseguraba que en el marco de la tregua el cártel mexicano de Los Zetas estaba entrenando a pandilleros en el cerro de Guazapa; que las pandillas tenían un plan para perfeccionarse como gran crimen organizado; que estaban aprendiendo el ancestral idioma náhuatl para evadir las escuchas telefónicas; que tenían pensado incursionar en política… una de las fuentes del investigador había sido el Padre Toño.
Justo la mañana en la que Geovani Morales, El Destino, iba a ser sepultado, las entrevistas matutinas tenían en paralelo, en distintos canales de televisión, al ministro de Seguridad y Justicia, David Munguía Payés, y a Raúl Mijango. Ambos anunciaron con satisfacción que el Padre Toño se había incorporado al equipo gestor de la tregua.
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Un día antes de que se reuniera con Mijango en el velorio de Geovani, el Padre Toño había cerrado una entrevista diciéndole al periodista: “Ya entendí el lenguaje, les prometo que me callo para no perder la vida y les deseo lo mejor en su camino”.
Ahora adondequiera que vaya lo sigue una patrulla de la policía con tres guardaespaldas con uniforme policial y armas largas. Admite que está asustado y dice que teme que algún narcotraficante, afectado por sus denuncias, quiera vengarse. Asegura que aún conserva sus dudas sobre el proceso, que sus planteamientos eran solo hipótesis, “tesis” y dice que “en realidad no es que no haya querido sumarme a la tregua, sino que ellos (los mediadores) estaban muy cerrados”.
En esto último Mijango le concede razón: “¿Cómo putas le iba a dar participación si él estaba en contra del proceso?”
El Padre Toño se inauguró como miembro del equipo pro tregua asistiendo a una actividad en cárcel de Mujeres, el mismo día del sepelio de Geovani. Él recuerda ese evento y se le ilumina el rostro cuando piensa el efecto que su sola presencia tuvo: “Ese acto no tenía mucho perfil y luego… ¡uuf!... eso se creció y se llenó de medios… luego estuve en un acto en el penal de Mariona en el que los presos me escribieron una carta que decía ‘El Padre Toño es lo que le faltaba a este proceso”.
Mijango cree que la muerte de Geovani fue ordenada por “enemigos” de la tregua, que creyeron que atacando al Padre Toño iban a conseguir que este armara un escándalo y que eso terminaría haciendo tambalear el acuerdo entre pandillas. Aunque no explica de quiénes sospecha o por qué razones esas personas podrían estar interesadas en obtener esos propósitos, asegura que estuvieron a punto de conseguirlos. “Puta, esta ha sido la peor crisis desde que inició esto y había que desactivarla como fuera”. Cuando se le pregunta qué hizo esa noche para reclutar a uno de los más visibles críticos de la tregua, ríe: “Ese es un don que Dios me ha dado”.
Según las versiones de los dos, aquella noche se encontraron fuera del local, mientras Mijango fumaba un cigarrillo y si nos atenemos a sus recuerdos, la conversación entre ambos esa noche debería haber lucido así:
Raúl Mijango: lamento que la muerte de Geovani tenga en mucho que ver con tu responsabilidad, porque vos has atacado un proceso que busca evitar esto y tu discurso ha alentado a quienes quieren seguir en guerra.
Padre Toño: si hubiera podido hacer una tregua antes de que la vida de Geovani se perdiera la hubiera hecho, así sea una tregua mafiosa, la hubiera hecho.
Raúl Mijango: tenés un resentimiento contra el presidente y te la estás cobrando con nosotros. Sumate a este esfuerzo, que aunque no es perfecto, tiene muchas virtudes, ayudanos a perfeccionarlo.
Padre Toño: no doy un cheque en blanco, pero si hubiera podido hacer algo para salvar a Geovani, lo hago.
Raúl Mijango: mañana tengo una entrevista en un canal de televisión. ¿Puedo decir que tú te sumás a este proceso?
Padre Toño: sí, sí podés.
Sentado a la mesa de un café, satisfecho de haber apagado una bomba, Mijango reflexiona: “Geovani pagó con su vida la conversión de Toño.”