Pizza. En marzo de 2012 en Zacatraz comieron pizza, algo realmente excepcional en el único centro penal considerado de máxima seguridad de El Salvador. ¿La razón? Acababa de entrar en vigor la tregua entre las pandillas Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18 auspiciada por el gobierno, y los mediadores quisieron tener un detalle con los privados de libertad. “En marzo fue que empezó eso de la tregua”, me dijo Gustavo Adolfo Parada Morales (a) El Directo, cuando lo entrevisté medio año después, “pues ese mes vinieron las mismas personas encargadas de la organización de todo eso y nos dieron dos porciones de pizza. Los internos que llevaban ocho o nueve años aquí en Zacatecoluca, felices, tenían años de no probarla. Yo no llevaba mucho tiempo en este penal, pero igual la disfruté”.
No se trató de un simple gesto. La tregua permitió salir de Zacatraz a los líderes de las clicas del Barrio 18 y de la Mara Salvatrucha (MS-13) que se sumaron desde el inicio al proceso. Para los que se quedaron también hubo algunas mejoras dentro del penal: se reabrió la tiendita interna, se permitió ver televisión una o dos veces por semana durante un par de horas y se avaló que los internos pudieran ver a sus hijos siquiera a través del grueso cristal que separa a visitantes y visitados en el área de visitas. El Directo llevaba nueve meses sin ver a los suyos.
¿Cómo se lleva eso de no poder ver a los hijos en casi un año?
Aquí uno busca la forma de sobrevivir. No es fácil. Esas cosas lo hacen caer a uno en depresión y despierta ansiedad en la mayoría. El 100 % de los que estamos en este lugar tenemos problemas de ansiedad, y creo que es por eso, porque se necesita estar con la familia, con los hijos. Y antes la única forma de comunicarnos con ellos era el día de llamada (apenas unos minutos cada dos semanas). Era la única forma. Yo tengo una foto de ellos en mi celda.
Con la tregua ahora puede verlos. ¿Qué otras cosas han cambiado?
Hay muchas cosas con respecto a eso que no se saben, pues.
¿Por ejemplo?
Que ahora no importa el grado de peligrosidad que represente un pandillero, igual se va de aquí. Pero a la gente civil no la sacan de Zacatecoluca.
Explíquese mejor.
Póngase en el lugar mío o en el de otros civiles que están aquí, o en el de los expandilleros, que son un montón de gente ya. Vaya, si te están diciendo que para poder irte de Zacatecoluca, tenés que mandar a matar gente afuera, que tenés que quemar buses para que te tomen en cuenta… Ese es el mensaje que están tirando. ¿Quiere usted algo así? No, ¿va? Pues dennos algo, ¿me entendés? Yo te digo una cosa: ahorita el beneficio solo es para la Mara Salvatrucha y la 18, y algunos aquí adentro se están muriendo.
¿Qué hacen ustedes que no están en ninguna de las dos grandes pandillas?
El gobierno ignora que de repente se le va a hacer un caos. Por ejemplo, te voy a decir algo: Máquina, Mao-Mao, La Mirada y Retirados están haciendo una alianza si el gobierno no accede.
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Esta entrevista ‒conviene la reiteración, a riesgo incluso de resultar cansinos‒ se realizó en septiembre de 2012. A partir de diciembre los comunicados conjuntos, que en principio representaban solo la postura de la MS-13 y el Barrio 18, comenzaron a ser suscritos también por la Mara Máquina y por las pandillas Mao-Mao y La Mirada Locotes 13. En mayo de 2013 se incorporó a los pronunciamientos el colectivo de Retirados de las pandillas.
En su calidad de vocero de La Mirada, El Directo comenzó a salir de Zacatraz con el aval del gobierno para reuniones organizadas en Mariona por los mediadores. En el marco de esas negociaciones El Directo logró que lo enviaran el 20 de marzo de 2013 a cumplir su condena en Mariona, y el 2 de agosto se concretó el último traslado de su vida, hasta el Centro Penal de San Miguel ‒su ciudad de nacimiento y en la que reside su familia‒ en compañía de unos 70 integrantes de La Mirada.
La negociación del gobierno con las pandillas ‒las concesiones hechas de uno y otro lado, de las que apenas conocemos una fracción‒ es sórdida, como lo es el ambiente en cualquier cárcel salvadoreña.
En su etapa de adulto, El Directo conoció los penales de Quezaltepeque, San Francisco Gotera, Ciudad Barrios, Apanteos, Sonsonate, Mariona, San Vicente, Zacatecoluca y San Miguel. Y todos esos centros los conocieron también su esposa, Rosa María Coreas, y sus dos hijos. El Directo se casó en febrero de 2004, apenas unos días antes de que fuera encarcelado para no salir nunca más. Rosa María tenía siete meses de embarazo.
En octubre de 2002 recuperó la libertad, tras cumplir su condena por lo que había hecho siendo menor de edad.
Y salí rehabilitado y con ganas de no meterme en problemas, pero no me dejaron. El Estado no me dejó. Le voy a explicar algo para que entienda mejor. Cuando yo estaba libre, un día estaba en mi casa, viendo las noticias, y sale el presidente Flores hablando de la Mano Dura. Y de pronto saca mi foto y dice: delincuentes como este no tienen que estar en las calles, y por eso los tenemos que encerrar y esto y esto y esto.
La Mano Dura se lanza en julio de 2003.
Yo ya estoy afuera. Y así dijo: a El Directo hay que agarrarlo, porque no puede andar en la calle, porque es un criminal y esto y lo otro. Y si busca eso en lo noticieros, yo imagino que ahí lo va a encontrar. Flores llegó a San Miguel y lo dijo, y hasta llegó una patrulla a quererme sacar de la casa. Cuando veo que me quieren llevar, me meto y cierro la puerta. Y tuvimos que llamar a un abogado, y como yo estaba yendo a una iglesia, con eso conseguimos que no me llevaran. Si no, ese día me llevan. Y ya te digo, por nada pues. Así fue siempre conmigo cuando salí libre.
¿Me quiere vender que desde 2002 no ha hecho nada por lo que debería estar encarcelado?
Mire. Se me condenó a tres años por portación, y la PNC me puso la pistola. Me condenaron a ocho años por robo, y eso es falso, a mí me dieron el balazo en la espalda. Me condenaron a 35 años por un homicidio en el penal de Gotera, y no participé en eso. Sí, he hecho otras cosas. En Gotera tuve un pleito con un civil que creía que le debía cumplir sus caprichos porque yo había sido MS, y le clavé un lapicero. Vaya, por eso sí me podían haber procesado, pero no lo hicieron. Y también hubo otro pleito con otro civil, porque andaba diciendo que yo no me quitaba la MS del rostro porque decía que me iba a reactivar, y por eso varios me querían matar, y la cuestión es que peleamos, y lo herí... pero tampoco me procesaron por eso. Cosas así sí las he hecho, ¿me entendés? Y de ahí... han pasado varias cosas alrededor mío, pero no he participado.
Usted dice que había cambiado. ¿Cuándo se dio ese cambio?
Digamos que empezó en Ciudad Barrios (primera mitad del año 2000), se consolidó en Tonaca (de septiembre de 2000 a mayo de 2002) y se cerró en Costa Rica (donde estuvo en una comunidad terapéutica de mayo a octubre de 2002).
¿Por qué ese cambio?
Por la cuestión de que la Mara me quería matar. Tenía la luz verde. Yo estaba sirviéndoles y al final, ¿qué premio me iban a dar? Me iban a matar igual. Yo sabía que tarde o temprano eso lo iban a hacer. Y andar peleando por ellos... No, yo dije, eso se terminó para mí.
No fue un arrepentimiento genuino entonces.
O sea... Sí hay algunas cosas que pasaron cuando yo estaba en la Mara de las que me arrepiento.
¿Por ejemplo?
Permitir que se hicieran algunas cosas. Ahora que tengo hijos, pienso y siento diferente, y todavía me acuerdo de algunas cosas que hice o que permití que hicieran.
Pero cuando dice que tomó la decisión de cambiar aún no tenía hijos.
No estaban, pero sí pensaba así. ¿Cómo decirle? Una de las cosas por las que me empeñé en sobrevivir cuando las cosas empeoraron en Tonaca, que me querían matar con todo, fue pensar que no había cumplido aún.
¿Cumplir?
Que no había dejado ningún hijo.
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El bum mediático de El Directo fue en la primera mitad de 1999, cuando aún era un menor de edad. Con 16 años se había convertido en palabrero de la Pana Di Locos (PDLS), una clica con fuerte implantación en San Miguel y alrededores. Con un fenómeno de las maras aún incipiente ‒pero ya bien establecido, sobre todo en los suburbios de las ciudades‒, El Directo no hizo más ni menos que otros tantos líderes pandilleros de su generación, pero él, valga el tópico, tuvo la mala suerte de estar en el lugar equivocado a la hora equivocada.
Si el aka El Directo ha quedado grabado a fuego en la conciencia colectiva de El Salvador, y eso no ha ocurrido con Ricardo Castillo (a) Whisper, con Fréderick Rubio (a) Terrible o con Salvador Miranda (a) Rambito, no es porque el primero hizo más salvajadas que sus otros tres compañeros de pandilla y de centro de internamiento. Su celebridad se la debe a que fue el caso que el establishment salvadoreño infló, deformó y exageró para usar como ariete contra la Ley del Menor Infractor, quizá la ley más cuestionada de todas las que se aprobaron en la década de los 90.
Un ejemplo nomás: de él se dijo y se publicó una y mil veces que la Fiscalía lo acusaba de haber matado a 17 personas (“Diecisiete años, diecisiete he matado”, decía el estribillo de una canción que el grupo Mecate le dedicó) y que lo condenaron por siete. Eso es falso. Según consta en la resolución del Juzgado de Menores de San Miguel, la Fiscalía lo acusó por seis homicidios, y la jueza lo condenó por cinco. Los famosos pozos que dieron tantos titulares de prensa ni siquiera se mencionaron en el juicio, y todos los testigos que lo incriminaron eran pandilleros activos de la Sailors Locos Westside (SLSW), otra clica de MS-13 con la que la PDLS se disputaba el control de la colonia Panamericana.
El Directo asesinó. El Directo es un asesino. El Directo participó en el asesinato de varias personas antes de cumplir los 18 años, sí, pero eso mismo puede decirse de miles de jóvenes salvadoreños más, y sus nombres no son tan sonoros como el de El Directo. De hecho, el paso de los años no ha hecho sino radicalizar la violencia que ejercen las pandillas, y acrecentar el currículum criminal de sus integrantes, sobre todo el de sus líderes.
Las pandillas de 1998 no son las pandillas de 2004, de 2009 o de 2013.
¿Cuál es la diferencia entre las pandillas de hoy y las de finales de la década de los noventa?
Lo que pasa es que la MS y la 18 ya dejaron de ser pandillas. Ahora son minimafias, y lo único que importa es el dinero; antes era otra la ideología.
¿Cómo eran hace 15 años?
Es cuando vinieron los deportados de Estados Unidos... pues cada quien... de joven más que todo, ¿va? De pequeño uno quiere pertenecer a algo. Y si hay un equipo bueno y hay otro que es más o menos bueno también, pues uno quiere pertenecer a este o al otro; entonces, cuando llegaron del Norte y dijeron 'yo soy de este grupo', y otro dijo 'yo soy de este otro', pues todos nos quisimos meter. Yo conocía a los de mi colonia que se metieron antes que yo, y ahí fue que nació esa afinidad.
Antes de que llegaran los deportados no había pandillas...
Sí había pandillas, pero diferentes, eran rivalidades de una colonia contra la otra. Había disputas de baile. Pero fue que vinieron los deportados y empezaron a ganar peso las pandillas. Yo crecí en la colonia Panamericana, y allí llegaron deportados de la MS, por eso terminé en la Mara Salvatrucha.
Uno no lo buscaba, pues.
No, este es mi vecino de toda la vida, y ahora es emeese, pues yo también me voy a hacer de la MS, porque hemos sido amigos, ¿va? Y allá, en la otra colonia, estaba la 18, y se peleaban los territorios más por afinidad, por amistad, no por lo que ahora significa la pandilla, que son minimafias. Hace años que la pandilla dejó de ser pandilla para convertirse en lo que es ahora. Cuando yo estuve en la Mara, no había extorsiones, ni rentas a los buses ni nada de eso.
¿De qué vivía la pandilla? ¿Cómo compraba armas, drogas?
Algunos asaltaban. Algotros trabajaban. A otros, entendés, les daba dinero la familia.
Me está pintando la pandilla como un club de amiguitos.
En aquel tiempo era así. Así empezó todo. Sí, algunos asaltaban, vendían droga o cosas así, pero no la extorsión; o sea, la extorsión no existía. Eso de 'si no me das tanto ahora, te mato mañana', eso no existía.
¿Para brincarse en la pandilla era obligatorio realizar alguna misión en la que hubiera que asesinar?
No, al principio con la zapateada era suficiente… Bueno, si acaso, tenías que ir a la cancha de tu enemigo, tacharles el barrio de ellos y ponerles el tuyo; y si salía alguno, pues ibas armado, y alguna vez se armaba la bronca. Pero nada que ver con lo de ahora.
¿Por qué hubo ese bum? ¿Por qué tantos jóvenes aspiraban a ser pandilleros?
Ser pandillero era... era tener el apoyo de todos los que estaban en la pandilla, la compañía de las muchachas andaban ahí con nosotros... no sé... la forma de vestir, el respeto en la colonia… Todo eso llamaba la atención, pero al final era la decisión de cada uno. Claro, cuando se entraba en la pandilla, uno tenía acceso a monte, a drogas, a armas…
¿Salían en grupo?
No, todos no, pero sí era fácil que llegáramos a una discoteca 30 o 40. Y actuábamos como familia: si uno un día no tenía para comprar unas cervezas, siempre había alguien que tenía.
¿Se tenía éxito con las jóvenes no pandilleras?
Sí, y eso sigue siendo así. Todas las jóvenes quieren ser hainas de los pandilleros. Por eso, imaginate con 13 o 14 años y poder, con tan solo quererlo, tener dinero, drogas, sexo, respeto… Entonces no había nada de eso de tener que rentear o matar para la Mara. Más que nada era pagar la cuota semanal de 5 colones y luego estar ahí: si yo tenía problemas, mis homies tenían que estar ahí. Pero nada más.
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El Directo comenzó a tener problemas con la Mara Salvatrucha desde su misma llegada al centro de internamiento de menores de San Francisco Gotera, en abril de 1999, una vez fue condenado. Sus compañeros le prendieron la luz verde, y con el tiempo terminó borrándose casi todos los tatuajes que hacían referencia a la MS-13. “Y todo fue porque los medios empezaron a decir que yo estaba matando a los de la Mara, y eso era mentira”.
Su clica estaba en guerra abierta con los Sailors. Usted mató al Choco, un Sailor.
Pero los medios no especificaban y decían que yo mataba a los de la Mara, decían que solo por ser emeeses los mataba.
¿Y los pandilleros creyeron así nomás lo que decían los medios? Suena raro.
En aquel tiempo todo era distinto, y sí, los de San Salvador y los de Santa Ana sí se lo creyeron. Ten en cuenta también que éramos menores, cipotes de 16 o 17 años… No se piensa tanto y no se ven las cosas así como las ve usted.
¿El malentendido no se arregló cuando llegó a Gotera y escucharon su versión?
Nomás llegar, en la noche, me reunieron y les dije: esto y esto y esto. Recuerdo que los orientadores apagaron las luces, pero los homies quemaron pedazos de sillas y barriles de plástico para tener luz para hacer el mitin. Yo, encerrado en mi celda, aislado, y ellos, alrededor. Ahí decidieron cantarme las 15 letras. Son las 15 letras de 'Mara Salvatrucha'; te las van diciendo de una en una y entre medio las reglas de la pandilla, y mientras te está golpeando con todo. A mí se me tiraron cuatro, y de ahí salieron esos cuatro y se me tiraron otros cuatro.
¿Eso no zanjó el asunto?
No, porque se me acusaba de haber matado homies. Yo seguía con la luz verde.
¿Por qué aceptó la corrección?
Es que no es aceptar o no aceptar. Ahí se te dice: va a ser corregido por esto y esto y esto. Y ya. Es así, mire: a mí me tenían que matar por lo que se me acusaba, pero como algunos salieron en mi defensa, no me mataron en ese momento, pero sí me corrigieron. Quedó que en su momento me iban a matar, y así me lo dijeron. Así sigue siendo hoy día en la Mara: en Ciudad Barrios hay miembros de la Mara que tienen un montón de años de andar ahí, pero llevan cinco o seis años con una bronca, y un día van a hacer limpieza o al baño, y ahí los matan, cinco o siete o 10 años después.
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“Mis hijos aún están pequeños”, me dijo El Directo, “pero ellos ya saben que tienen que decir que su papá se llama de otro nombre, porque los pueden... ¿me entendés?” La mayor nació en 2004, y el pequeño, en 2006. El único concepto de padre que han conocido es el de alguien que siempre ha estado encarcelado. Esa es su normalidad.
Vivían con Rosa María en las afueras de San Miguel, en cancha de La Mirada, la pandilla en la que El Directo se integró a finales de 2007, cuando estaba preso en el penal de San Francisco Gotera. La Mirada Locotes 13 no es una clica de la Mara Salvatrucha, como erróneamente han publicado tantos medios en los últimos días; La Mirada es una pandilla, sureña también, que se originó en la ciudad de La Mirada, ubicada en el condado de Los Ángeles, en Estados Unidos.
A El Directo le costó dar el paso de volver a integrarse en una pandilla: pasaron más de siete años desde su ruptura definitiva con la MS-13 hasta su incorporación en La Mirada. “Mi familia muchas cosas no me las cuenta, pero yo sé que mis hijos la han pasado mal”, justificó su decisión.
Estando usted aquí adentro, ¿qué cree que será de su familia?
Yo quiero ver de qué manera alguien me ayuda para sacar a mi esposa y a mis hijos fuera del país. Que tengan al menos una oportunidad para estudiar, para vivir tranquilos, que no se anden ocultando de las pandillas, aunque eso significaría que me quede aquí solo. Me gustaría que tuvieran la oportunidad de irse, de ser personas diferentes, que no sean como yo, pues, que no tengan que pasar por lo que yo pasé. Esa es la idea.
¿Dónde se ve dentro de 10 años?
Yo me veo aquí, en Zacatecoluca, pero, por las condiciones en las que nos tienen, no sé cómo voy a estar. Aquí hay gente que no tiene el color que yo tengo y no los sacan, que ya van para 10 años en este lugar y no hay señales de que los vayan a sacar. Con mi color, y conociendo cómo es el sistema, creo nunca me van a dejar salir para otro lugar. Quizá soy pesimista, pero pienso que aquí es donde voy a terminar.
¿Muerte violenta?
De cualquier cosa, así que cuando vea a mis hijos, se lo cuenta. Tal vez no así, específicamente que pienso esto, pero sí quiero que sepan cómo veo las cosas ahora y cómo las veía antes.
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Estos fragmentos corresponden a una entrevista que se realizó en septiembre de 2012. Fueron cuatro días consecutivos de pláticas, unas 12 horas de grabación, para un proyecto de la Sala Negra de El Faro que verá la luz en 2014. Desde entonces, y hasta el día de su asesinato el pasado 2 de septiembre, no volví a hablar con El Directo personalmente, solo por medio de terceros.
Con quien sí hablé ‒y mucho‒ es con Rosa María, la esposa. Ella no era ni pandillera y se esforzaba por mantener a sus hijos lejos de ese mundo. En diciembre de 2012 la conocí en San Miguel, a ella y a los hijos, y me descubrió una faceta de El Directo hasta entonces desconocida para mí: era violentamente celoso, a niveles enfermizos. En una de las últimas ocasiones que platiqué con Rosa María, el 6 de mayo de 2013, con El Directo ya en Mariona, y por consiguiente con acceso continuo a teléfonos móviles, me confesó que tenía miedo de su esposo, que desde que salió de Zacatraz lo notaba muy cambiado, y que la había amenazado de muerte. “Yo le cuento todo esto”, me dijo, “porque usted sabe mejor quién es él; yo, la verdad, nunca he tratado de conocerlo, y en estos días… Yo sé que nunca lo voy a conocer. Son ya 10 años… y no lo conozco, pero ni la mitad”.
Cuando el sábado 31 de agosto trascendió que el cuerpo de mujer que un día antes había aparecido en el cantón La Trinidad con dos disparos en la cabeza era el de Rosa María, instintivamente pensé que El Directo estaba detrás. Pero de eso quizá nunca se tendrá la certeza absoluta.
A El Directo lo asesinaron sus homies de La Mirada al amanecer del 2 de septiembre. Lo acuchillaron en el cuello y en el pecho, 64 veces. Tres pandilleros que ya purgan altísimas condenas se han autoinculpado, y la Fiscalía los está procesando por homicidio agravado. Parece que hay prisas por cerrar el caso, pero sigue habiendo muchos cabos sueltos. Los tres declararon que lo mataron porque mandó asesinar a Rosa María y a otro pandillero llamado Juan Alexander Ramírez (a) Lil Dreamer, integrante de una clica llamada Wicked Side La Mirada Locotes 13, deportado hace pocos meses desde Estados Unidos.
A saber...
Con El Directo ‒eso sí está demostrado‒, la verdad, la verdad periodística y la verdad judicial discurren desde hace 15 años por caminos paralelos. Esas tres verdades quizá tampoco se superpongan a la hora de establecer el porqué de su muerte.
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