Vamos con las cartas por delante: yo en primera vuelta voté por Salvador Sánchez Cerén. Llegué a la escuela Nicaragua, me busqué en el padrón electoral donde aparecía justo al lado de mis hermanos, agarré la papeleta, consciente de lo que iba a hacer, y ¡chas! Crucé la banderita roja del FMLN.
Lo hice pese a que han sido muy oscuros –como el resto de partidos- sobre el financiamiento de su campaña electoral, pese a que no pelearon por incluir un apartado que regulara las fuentes de financiamiento de los partidos en la ley de partidos, o porque respaldaron una Ley de Acceso a la Información que les permite no ser transparentes; pese a que no movieron un dedo por desandar el camino cruel que hemos caminado desde que se aprobó la Ley de Amnistía; pese a que han levantado su mano para pagarse un doble salario y güisqui y adornitos y carteritas y toda suerte de mierditas innecesarias y caras, mientras al país le falta el aire y el pan; voté por ellos pese a que eligieron aliarse con los mercenarios, con los que utilizan las curules como despachos de sus propios intereses, con los que votan cobrando favores, con los que en nada creen, con los que han despellejado a fuerza de garduñas a la institucionalidad de este país terrible; voté por ellos pese a que hicieron lo que pudieron para prohibirnos a los ciudadanos tener más elecciones a la hora de votar, de verles la cara; pese a que se convirtieron en enemigos jurados de los cuatro funcionarios públicos que más respeto yo en este país: los cuatro magistrados de la Sala de lo Constitucional; pese a que cuando vieron sus intereses afectados, no les importó arremeter contra la institucionalidad del país e intentaron dar un golpe de palacio, pese a que enviaron a sus hordas sin cerebro a asaltar las oficinas de los magistrados con lujo de matonería, pese a que intentaron imponer a un presidente del Órgano Judicial títere, ridículo y sin dignidad, pese a que –en un acto de feroz insulto a todos, o casi todos los valores democráticos que me sé- se tomaron una foto levantándole la mano al títere ridículo y sin dignidad… y en la otra mano estaba enchufado ¡FRANCISCO MERINO!, pese a que Sigfrido Reyes sonreía mientras posaba; marqué la bandera del FMLN pese a que los excomandantes de hueso rojo, rojísimo, ahora son prósperos empresarios de ataché, valiéndose de empresas que en teoría tienen finalidad social; pese a que, en lugar de limpiar las instituciones de la voracidad política han hecho todo lo que han podido por coparlas; pese a que todo el que ha disentido con ellos es inmediatamente tachado con esas palabritas pendejas que aprendieron en la guerra fría: “oligarca', 'imperialista', 'rico', o 'criado de los ricos…” y otras sandeces, dirigidas a veces a personas con una trayectoria valientísima e íntegra, pese a que siempre el mensaje es: si no estás conmigo estás contra mí; pese a que se han cuidado de que no tengamos puñetera idea sobre lo que piensan hacer una vez que lleguen a gobernar al país en las cuestiones más urgentes: ¿reforma fiscal?, ¿seguridad pública?, ¿tregua con pandillas?, ¿leyes de verificación fiscal?....; pese a que le han hecho el mingo mingo a payasos peligrosos como el tiranuelo delirante que actualmente asuela a Venezuela o a la guerrilla narca de las FARC; pese a que me aterra que un montón de fanáticos tirapiedras, disfrazados a diario del Che Guevara terminen en mandos medios de las instituciones públicas, o sea, que terminen cobrando tanta pedrada que han tirado y tanta boinita roja que han usado pidiendo su cuota de poder; pese a que su candidato se ha dedicado a manotear y manotear sin decir nada que valga la pena escuchar, pese a que han usado a un presidente prepotente para hacer campaña descarada, ilegal, vulgar y con el dinero de todos los ciudadanos y pese a que eso a mí me parece que es robarle al pueblo y pese a que nos insultan asegurando que eso es imaginación nuestra… En fin… pese a esos peses y a tantos peses que me falta anotar, yo voté por el FMLN.
Lo hice por solo dos razones: la primera fue por razones de seguridad. O sea, de seguridad pública: ellos han sido timoratos y hanelegido no mojarse ni un ápice en ese terreno. Básicamente han dicho que les parece excelente eso de la seguridad y que debería ser inteligente y que debería haber mucha. Punto. Pero su contrincante sí se mojó y lo que escuché fue siniestro: militarizaría la seguridad pública, reclutaría a los pandilleros para poder matarlos bajo la ley militar, aplicarían una especie de triple archi mega súper mano durísima… o sea más de lo que se ha hecho con tan horrendos resultados… solo que peor. Creo que eso es juguetear con la vida de la gente y precipitarnos hacia el vacío de la locura.
La segunda razón fue para evitar que se aliaran con mercenarios. Yo pensaba –porque es que no aprendo, soy bien burro con estas cosas- que ya que las encuestas los ponían en ventaja, la siguiente jugada era que tuvieran mucho margen de votos por sobre Arena, y por lo tanto no se sintieran tentados a ir a mendigarle los votos a los mercenarios de Gana, PCN y PDC y a Tony Saca (que dicho sea de paso fue quien nos heredó marcas mundiales de homicidios mientras hacía campaña con el miedo y con la sangre de la gente). Casi me sale el cálculo: consiguieron una ventaja considerable sobre Arena… pero aun así salieron corriendo a mendigar los votos de los mercaderes de la política.
En persona Salvador Sánchez Cerén se fue a retratar con TONY SACA y a reírse con él y a mandarle mensajitos lindos y de pronto su gobierno ya no era el de un mentiroso y ladrón, sino el de un sensible social. Va… hice el ridículo, me sentí timado. Miraba la foto del profesor Sánchez sonriendo todo lo que le daba la cara, mendigando lo que no necesita, adulando a quien sabe que nos hizo mal… y me acordaba de aquel hijueputa plumón con el que marqué la banderita del Frente en la escuela Nicaragua.
Las elecciones, creo yo, son la posibilidad para respaldar a alguno de los candidatos que los partidos nos proponer como gobernantes nuestros, pero no son solo eso. No deben ser solo eso. Dentro de las pocas, poquísimas posibilidades que los salvadoreños tenemos para dialogar con quienes nos gobiernan, con nuestra democracia y con nuestras instituciones, el voto es la más estridente, la más eficiente. Cuando soltamos ese papelito con banderas dentro de la urna, la mayoría de los salvadoreños suelta también todas sus posibilidades de ser “parte de”, de que le oigan, de que lo volteen a ver, así sea para mentirle. Ese papelito es la única vía que la mayor parte de gente tiene para decirle cosas a sus gobernantes… ¿¡y se supone que lo único inteligente que se puede hacer en él es marcar una X sobre una banderita!? En mi caso: ¿o marcarla sobre el que promete militarizarnos, o marcarla sobre el que se burló de mí y de mi ridícula lógica, yendo a mendigarle favores a Tony Saca? Y lo peor es que según algunos activistas, particularmente de izquierda, si no considero que esas son las únicas opciones inteligentes de las que dispongo, soy un inútil, un alegre poeta fatuo, un niño fresa o simplemente un idiota.
Creo que aquel que se levanta, que sale de su casa, que va a un centro de votación, que se busca en el padrón, que hace cola… para dibujar una dona de chocolate y votar por ella, no es que no tenga opinión política. Muy probablemente se ha preocupado mucho por crearse una valoración informada, siguiendo la campaña, ilusionándose y decepcionándose… ¡Claro que tiene una postura política! Claro que quiere participar, claro que quiere que le oigan… es solo que no se resigna a que lo único que puede decir es “Quijano” o “Sánchez Cerén”. Yo soy uno de esos.
Entiendo que haya quien sí crea que el país será un mejor país si le vota al Frente o a Arena… no entiendo que no se tomen el tiempo de entendernos a quienes pensamos que no es así, o que se crean dotados de una conciencia política que habla desde una atalaya imaginaria. Mi sueño sería que al final los votantes de donas de chocolate, los dibujadores de dedos, los putiadores anónimos, los reflexivos escritores en papeleta, los poetas, o sea, los anuladores de votos, fuéramos más y que los políticos tuvieran que anular sus elecciones y sentarse a escucharnos para enmendar… sé que no va a ser así, sé que seremos minoría, pero si la única opción inteligente fuera votar por el que va a ganar, estaría de nuevo al inicio de esta humilde columna de opinión.